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SPIRULINA

Cultivo y procesamiento de la microalga.

Existen varias formas de cultivar esta microalga, desde los más simples (explotaciones seminaturales en lagos o estanques) hasta los más avanzados (sistemas de tubos, bioespirales, foto biorreactores y micro explotaciones).
La mayoría de las explotaciones comerciales se han diseñado totalmente a partir de cero y el método más difundido es el del cultivo en estanques artificiales. Los mismos son poco profundos (entre 15 y 50 cm.) y tienen forma rectangular compuesta por dos canales de ida y vuelta; el agua es movida y mezclada constantemente por ruedas de paletas. La superficie de los estanques varía desde los 400 m2 hasta los 5000 m2. En las instalaciones más complejas los cultivos están cubiertos por invernaderos transparentes.
A diferencia las explotaciones seminaturales, las artificiales presentan mayor facilidad de control y en general la calidad del producto es mejor.
Además de suministrar agua pura de pozo, es necesario añadir nutrientes para alimentar las algas, entre los mismos se encuentran: minerales, nitrógeno, potasio, hierro, magnesio, calcio, cinc y manganeso. La calidad de los mismos debe ser cuidadosamente controlada para evitar contaminación por sustancias extrañas.
También es importante suministrar CO2 de manera artificial, debido a que el consumo que genera la spirulina agota rápidamente el que existe disuelto de manera natural en el agua. Hay dos maneras de lograr esto:
–         En forma gaseosa, haciendo burbujear el CO2 por la parte inferior del estanque.
–         Incorporando bicarbonato de sodio, que luego reacciona químicamente para liberar CO2.
Es fundamental procurar que el cultivo reciba la mayor cantidad de radiación solar, ya que de esto depende el proceso de fotosíntesis.
En esta latitud (zona centro de Argentina) la estación de crecimiento comienza en septiembre y se extiende hasta marzo. Durante este período la microalga se recolecta casi a diario.
La extracción de la spirulina se efectúa por medio de filtros finos especiales o bien por centrifugado (debemos recordar que se trata de un microorganismo de dimensiones inferiores a 250 micrones). El agua con alto contenido de nutrientes regresa a los estanques y en los filtros queda una pasta espesa de color verde oscuro.
Se requiere deshidratar inmediatamente el producto: las células aún contienen un 80 % de agua en su interior. El método más utilizado es el de secado por pulverización: la spirulina se pulveriza en pequeñísimas gotas y mientras cae se somete a una corriente de aire a 60º C para evaporar el agua. No se le agrega ninguna clase de aditivo y el producto ya procesado (polvo, granulado, cápsulas, comprimidos) pueden ser guardados en tambores herméticos por un período de más de cinco años sin que afecte a los nutrientes.


Impacto ambiental: oxígeno y CO2.

Las algas microscópicas son las especies vegetales que fijan carbono y liberan oxígeno con mayor eficiencia.
El cultivo de 1000 Kg. de spirulina seca en polvo consume 450 Kg. de carbono y libera 1200 Kg. de oxígeno: cada hectárea rinde hasta 50 toneladas al año, lo que implica fijar 22,5 toneladas de carbono y emitir 60 toneladas de oxígeno.
Debido a la eficacia en la renovación del oxígeno atmosférico, tanto la NASA como la Comisión Espacial Europea están interesadas en la explotación de la spirulina en futuras estaciones espaciales.

Desde una perspectiva ecológica, el cultivo de spirulina no sólo favorece la disminución de anhídrido carbónico atmosférico sino que es la mayor producción de proteínas en función de los requerimientos de agua y de terreno.

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